lunes, 5 de marzo de 2012

El Capitalismo Salvaje y los Rostros de los Contrincantes



Monopolio, Laura y Sebastián.  Galipán 2012. Neg. 4x5 escaneado. 







Laura de Caperucita Corazones. Galipán 2012. Neg. 4x5 escaneado.








Sebastián de Sombrero y Le Rosey. Neg. 4x5 escaneado.



El título del Capitalismo Salvaje viene en parte de mon ami Le Communiste. Así lo título yo a él de vez en cuando para reírme un rato de las conclusiones que tuvo luego de una temporada de postgrado en la Universidad Complutense. Quizás es injusto de mi parte. Quizás es mejor hablar de su trabajo en una Organización no Gubernamental que defiende y promueve los Derechos Humanos: Provea www.derechos.org.ve/. Pero, por los momentos, y en la pertinencia que es él quien titula al juego de Monopolio como Capitalismo Salvaje, vamos a dejarlo así.

La foto nació en principio porque me llamó la atención. Nosotros rara vez jugamos monopolio. Las rencillas que allí se arman, como en otros juegos de competencia, pueden ser a veces nocivas para la salud. O pueden dejar una tarde de rencores entre familiares y amigos. Yo el peor de todos, siempre el más competitivo. Pero en este caso eran ellos dos solos. Y peleando. Como suele suceder. Y es de allí que sale la foto o las fotos. Justamente en esa situación.

El punto de partida de una fotografía es difícil de definir y seguramente no siempre es el mismo, aunque muchas veces para mi es un proceso de atracción o de reconocimiento: el objeto de mi mirada me atrae o lo reconozco, por ello fotografío. Luego la reflexión. Luego el psicoanálisis. Luego el significado. Luego el discurso.

La confrontación entre mis hijos siempre me impresiona. Creo que me recuerda los momentos de malas relaciones con mis propios hermanos. Creo que me afecta en mi memoria al recordar que pasé dos años sin hablarle a uno de ellos. Nada malo, simplemente fue lo que sucedió. Así que cuando observo esto en mis hijos, inmediatamente lo reconozco, por ello lo fotografío y se ha convertido en un tema: la confrontación entre hermanos. O simplemente la confrontación.

Hace un par de días discutía con una amiga, sobre si uno siempre sabe de qué tratan las fotos antes de tomarlas. Yo me inclinaba a pensar que a veces no sabes, pero a veces sí. Si estas consciente de un discurso, vas en búsqueda de ello. Aunque también inconscientemente el discurso aparece, o aún mejor, se reconoce. A mi me cuesta pensar que puedo hablar de algo que no sea de mi experiencia o sensibilidad, si no hiciera esto estaría hablando de supuestos.  Si llego a comunicar algo es porque mi experiencia no es única en el sentido de originalidad, por el contrario en mucho se parece a la de otros. Se pudiera decir con ironía (aunque Rilke recomienda alejarse de ella, de la ironía), que entre seres humanos nos comunicamos; a veces.

Para fastidiar un poco, digo lo siguiente:
cómo pudiera hablar de comunismo si lo único que he conocido en mi vida es,

El Capitalismo Salvaje y los Rostros de los Contrincantes

en cualquier caso, creo que en gran parte no importa que los actores de estas fotografías sean mis hijos. Quizás es más honesto juzgar a las fotos por lo que en ellas se encuentran, no por lo que decimos de ellas.


Por último, me despido con unos versos de Álvaro Mutis. Unos versos del poema "Un Bel Morir..."
Versos que siempre tienen la magnífica posibilidad de reconciliar con la existencia.

(...) "Para entonces quedará bien poco de nuestra historia,
algunos retratos en desorden,
unas cartas guardadas no sé dónde,
lo dicho aquel día al desnudarte en el campo.
Todo irá desvaneciéndose en el olvido
y el grito de un mono,
el manar blancuzco de la savia
por la herida corteza del caucho,
el chapoteo de las aguas contra la quilla en viaje,
serán asunto más memorable que nuestros largos
         abrazos."
                                                         Álvaro Mutis.