Laura Aquilina con chocolate y gorro. Neg 4x5. Cerro catedral, Argentina. 2012
En relación con la publicación de ayer. Continúa. En esta no era el mal humor. Era la toalla a la cintura arrastrada por la cabaña. El cabello mojado sin peinar, el gorro de otras modas nevadas que perteneció a mi hermano Luis y que llevaba en una maleta con naftalina unos cuantos años. La coquetería de improvisto. La petición de un retrato. Puede que sí puede que no. Pero me tengo que vestir. Pero yo tengo que tomar fotos. Es verdad, la foto. Y entonces paciencia. El ritual de sacar la cámara, definir el espacio para el escenario fotográfico, dirección de pose, medición de luz, una vez mas la pose y por último, el ingrediente del bombón Rapanui de todos los días en la mano sobre la toalla derritiéndose lentamente mientras todo sucedía con simultaneidad y con ganas de ser comido por varios: principalmente la modelo en su estoicismo infantil, seguramente su padre insistentemente fotógrafo y si mal no recuerdo, su madre en las sombras. Por cierto, aquí hay un guiño a Almerissa. Sin la colaboración es muy difícil retratar.