domingo, 29 de octubre de 2017

Autobiografía en la mirada




Dos. Negativo 4x5. 2017. Colombia



     Anoche fui a encontar el sueño luego de escribir una palabra. Una palabra escrita muchas veces sin desgaste, con el verdadero sabor de su certeza. Por días vengo pensando en palabras, palabras que pueden aludir a esta principal, palabras que quieren llegar a destino. El inicio es por una repetición en mi mente de un párrafo en un ensayo de Robert Adams. El ensayo se títula Truth and Landscape y está en la colección de ensayos Beauty in Photography. La primera vez que lo leí habrá sido ya hace unos 15 años, quizás 16, puede que unos 17. Era estudiante. Palabras a las que he vuelto una y otra vez. Me producen una atracción contemplativa. Puedo volver a ellas como lo he hecho múltiples veces para preguntarme su significado. Así como vuelvo al mar y vuelvo al rio y vuelvo al lago y vuelvo al agua y me baño en ella; cada agua y su significado, el mismo agua y una distinta persona que entra en ella. Las palabras y la mirada. 
“Landscape pictures can offer us, I think three varieties -geography, autobiography, and metaphor. Geography is, if taken alone, sometimes boring, autobiography is frequently trivial, and metaphor can be dubious. But taken together, (…), the three kinds of information strengthen each other and reinforce what we all work to keep intact - an affection for life.”


     Quizás divague un poco, la autobiografía en mi caso ha sido muchas veces más fácil de visualizar en el retrato. Los retratos son un mapa de mis afectos. Una verdadera cartografía de mis sentimientos. Aún cuando no siempre he podido retratar a todas las personas que he querido, a casi todas las que he retratado ha sido motivado por un querer sincero y el deseo que esta huella quede en las memorias de mis visiones para ser revividas con esa mirada distinta. Pienso y recuerdo que a quien mas extraño no haber retratado es a mi abuela Diosa. Aunque en casa hay un grabado chino de una emperatriz china a quien con solo mirarla evoca la memoria de mi abuela. Eso por supuesto para los entendidos, nadie ajeno al conocimiento de una información autobiográfica supiera de esta mención. El hecho es que a mi abuela siendo hija de un inmigrante chino, uno de sus nietos cariñosamente la apodó en secreto y a sus espaldas como La Emperatriz China Malvada. El sobrenombre comenzó por una manera de reconocer el tesón y la firme fuerza de voluntad de ella, por encima de cualquier cosa, tanta dirección tenían sus pensamientos como otras cosas se hacían menos importantes ante su peso. El sobrenombre le hacia mucha gracia en privado, eso me contaban mis tías, me la imagino que se reconocía en la matriarca que fue, en todo lo que hizo y logró como mujer trabajadora y profesional, profesora de inglés graduada del Pedagógico, capaz de educar a sus hijos y sus nietos, viajar por el mundo y depender siempre de su propio esfuerzo. Solo una vez se lo dije directamente, ella sabía bien quien era el autor de semejante acierto verbal, y sabía bien todo el cariño y admiración que había detras de ello, se lo dije y ya ella no hablaba, nunca supe si era porque no podía ya hablar o era una última expresión mas de su fuerza de voluntad, despidiéndose de todos, me negó la comida que le estaba dando con una cuchara, y me regaló una última mirada de esperanza, mirada de emperatriz, de china, mas nunca de malvada. Fue la última vez que la vi. A las semanas fue su último aliento, allí esta el grabado, allí la autobiografía en nuestras memorias. 

  Regresar a los pensamientos, regresar a las palabras, a las imágenes no significa para mi una cuestión de nostalgia, es antes que todo una sensación de curiosidad para vivir de nuevo y distinto y descubrir en el proceso algunas permanencias en el hecho. La geografía es la descripción, la metáfora la posibilidad de significado y la autobiografía puede ser la sugerencia de algo vivido por el sujeto. La huella de la mirada, el paso de quien observa por la escena descrita. Todo lo que Zolá no quería que se viese. En fotografías con personas ausentes, es la presencia humana, es un rasgo de humanidad, de empatía de sugerir una lectura desde la subjetividad de una mirada, de querer ver quién estuvo allí y por qué estuvo allí y por qué miró allí. Para quien la hace es vertirse dentro de la imagen. Dejar algo de si, saber perfectamente las razones y las alusiones a la historia personal que allí se esconde y dejar algunos indicios que sugieren y revelan estas posibles lecturas. Es obvio, me interesa la autobiografía. Ese hilo conductor de la persona que estuvo allí, del individuo y su historia, de como esa voz se asemeja y diferencia a otras. Es una noción del retrato. Qué es todo lo que se quiere… leer de las existencias de otros, he vivido, he pensado, he sentido; has vivido, has pensado, has sentido; hemos… Timothy O´Sullivan en las grandes expansiones de una geografía vasta y sin medidas, Thomas Joshua Cooper en sus visiones de descubridor primigenio, Wolfgang Tillmans revelando los secretos poéticos en lo ordinario y extraordinario, Nan Goldin huyendo de su propia censura, el amor en la mirada de Nicholas Nixon, el humanismo y la compasión en Dijsktra. Todo autobiografía. La afección por la vida que habla Adams siempre me la imagino como una convivencia, y con la fotografía solo se necesita este contacto: alguien quien la hace y luego una mirada que la revive. 



“Ningún amor cabe en un cuerpo solamente,
aunque abarquen sus venas el tamaño del mundo;
siempre un deseo se queda afuera,
otro solloza pero falta.

Lo sabe el mar en su lamento solitario
y la tierra que busca los restos de su estatua;
no basta un solo cuerpo para albergar sus noches,
quedan estrellas fuera de la sangre.

Ningún amor cabe en un cuerpo solamente,
aunque el alma se aparte y ceda espacio
y el tiempo no entregue las horas que retiene.
Dos manos no nos bastan para alcanzar la sombra;
dos ojos ven apenas pocas nubes
pero no saben dónde van, de dónde vienen,
que país musical las une y las dispersa.
Ningún amor, ni el mas huidizo, el más fugaz,
nace en el cuerpo que está solo,
ninguno cabe en el tamaño de su muerte.” 

Eugenio Montejo











Dos, una y otra vez. Negativo 4x5. 2017. Colombia.







Bahía del Mar y el cine. Neg. 6x6. 2005 Venezuela.






La ventana en la escuela. Neg. 6x6. 2017. Colombia






Las dos puertas. Neg 4x5. 2013. Venezuela.






Línea al oeste. Neg 3x1. 2014. Venezuela.


jueves, 19 de octubre de 2017

Retrato en la afinidad


Laura Aquilina al lado de una ventana, en su cuarto. 2009. Neg 6x6


Hace varios días que vengo preguntándome una vez mas, de tantas veces antes, por qué retrato a quienes he retratado. La manera que tengo de agrupar en mi mente a algunas pocas personas que he retratado es por el sentimiento que me une a ellas. Las conozco si. Las conozco en intimidad también. Las admiro en todos los casos. El retrato como práctica cultural es un acercamiento a la descripción y representación de un individuo en como se asemeja a otros y como se diferencia de ellos. También es cierto que cada representación tiene la posibilidad de individualizar y ficcionalizar. A partir de una descripción un espectador puede sustituir a la visión del primer espectador, siendo este en mi caso el fotógrafo, e imaginarse posibilidades de la persona individual, a partir de la imagen. Me quedo divagando un rato sobre lo que trato de decir con individualizar, lo que sería el contrario a despersonalizar, en vez de quitarle el carácter y los atributos personales a alguien, es buscarlos, no necesariamente encontrarlos, a través del acto del retrato.  
Entre las cosas que me agradan de la intimidad que tengo con quienes retrato es la proximidad, la cercanía, no solo física sino emocional, hay algo de esto plasmado en los contactos de las miradas, en la cercanía de las escenas, en la disposición ante la cámara. A veces me digo que de lo que mas disfruto de retratar a algunas personas en específico, es que es una manera sincera de hacerles sentir y saber que las amo, mi curiosidad comienza por una mirada amorosa. Y en esto me refiero que con la cámara y con el retrato en mente quiero imaginarlos y con la mirada prestar atención, estar presente, querer a esa otra persona que tengo la dicha y suerte de tener en frente. No es que haya una respuesta lógica, en el retrato la pregunta es a veces precisa, la respuesta probablemente imprecisa, pero hacer la pregunta es el punto de partida del retrato. Amar a veces es sentir una afinidad y empatía por alguien distinto a ti. Y este amor se manifiesta de distintas maneras, en amistades, hacia los hijos, la familia y la persona amada. Quizás de aquí se desprenda una ética personal a la hora de hacer el retrato, para citar una vez mas a Terrence Malick ¨to live better and to love more. (…) What else is there to ask for¨ Si tan solo a través de la mirada personal se pueda invitar a otra mirada a sentir similar, a descubrir en este acercamiento con el lente la profundidad del sentimiento que une al retratista con la persona retratada. Cuando se ven las fotos de Sally Mann de sus hijos uno se puede imaginar como detrás de esas fotografías hay una mirada apasionada y curiosa, que no define en ningún momento a sus hijos sino que les brinda siempre el espacio para ser y estar, apreciados por la mirada de la madre, que es a la vez amorosa y sin complacencias, contundente. Y cuando ella misma retrata a su esposo Larry, documentando los avances de la enfermedad degenerativa que él sufre, uno puede ver entre tantas cosas el deseo y la lujuria, la proyección del amor carnal entre ellos, mezclado con la degeneración física y el inevitable encuentro con la muerte de ese cuerpo… un reto díficil, tan solo me imagino que su mirada es posible gracias a la intimidad y la empatía, y los sentimientos que están detrás de ambos y los unen. Y es a través de esa mirada que uno como espectador se encuentra con una ventana hacía la humanidad de sus sujetos, seres amados. 
Es tan grato cuando se puede ver una foto de una persona y sentir que tienes a la persona en frente, y haces todo por imaginarla tal cual es, por más que una fotografía y un retrato, menos mal, no son la persona misma. Esa comunicación que puede estar presente en el retrato se hace tanto más latente cuando no es uno sino varios retratos a través del tiempo. Quien entre nosotros no está a la espera todos los años del nuevo retrato anual de las hermanas Brown hecho por NIcholas Nixon, o quienes entre los espectadores se conmovió para su propia sorpresa por el fallecimiento de Eleanor Knapp musa y compañera de Harry Callahan cuando falleció hace unos años o recientemente en el 2016 la triste partida de esta vida de Emmet hijo de Sally Mann. Hay algo de estos retratos que permiten adentrarse en una humanidad cálida y creible, casi sin distancias. A veces tan solo de esto se trata: encontrar cercanía y sentir sin mesura. De que serviría toda esta ficción si de ella no se desprendiese una afirmación profunda de la vida misma. En esta redundancia como un mantra: “to live better and to love more (…) what else is there to ask for“  Ya la tengo por respuesta. 
A ti, gracias infinitas nuevamente por el impulso.





Laura Aquilina entre tareas. 2013. Neg 6x6




Laura Aquilina muestra un poema. 2016. Neg 6x6







Laura Aquilina con "espacio para la miradad perdida". 2016. Neg 6x6

lunes, 9 de enero de 2017

Sobre Laura Aquilina, Win Wenders, Chazelle, Ozu y lalalalalalalala


Laura Aquilina flotando en el Simón Bolívar.  Negativo a color 6x6. Bogotá, Diciembre de 2016

Hoy me he levantado y leído la noticia de que la película Lalaland ha ganado todos los premios a la cual fue nominada. Me entero hoy ya que rara vez veo en vivo estas premiaciones. Creo que me divierto mas leyendo a un par de amigas, con unas chispas de alma reencarnada de Joan Rivers, burlarse o apreciar la superficialidad de mucha gente que ni siquiera se que existen pero que caminan por una alfombra roja. Ellas son realmente agudas y graciosas y malucas y esplendorosas en su cuchicheo chismográfico público. En cualquier caso me alegro sin reservas por la película de Chazelle, en quien reconozco a un gran nostálgico por el siglo XX y por algunos de sus mejores capítulos: la era de oro de Hollywood de los años 50, la fotografía de película y el Jazz, de quien siempre dice que se está muriendo. La película celebra esta nostalgia e invita sin reservas a celebrar la vida, el amor, la creatividad. 

Eso me ha llevado todo el día a escuchar a Elle Fitzgerald, Louis Armstrong, Gene Krupa y  Charlie Parker. También pasé por unos valses de Strauss, un disco de Tindersticks: The hungry Saw, otro mas de This Mortal Coil: It will end in tears y ahora voy por unas sonatas de Beethoven ejecutadas en el piano por Wilhelm Kempf, y toda esta música ha acompañado una larga sesión de edición y revisión de retratos, algunos recientes y otros de antaño, suscitando múltiples ideas que trato de traducir en decisiones de edición.

A principios de la vacación tuve que dejar estacionado, inconcluso, sostenido y suspendido en un punto y seguido a un ensayo escrito por Wim Wenders titulado Yasujiro Ozu: El Paraíso Perdido. Digo que lo estacioné pero fue mas bien una manera de hacer un ciclo de reiteración en mi interior por algo que leí e hizo resonancia y reverberación,  y mientras mas pensaba en ello mas sentía la necesidad de hilarlo con otras lecturas e impresiones, sabía que algo comprendía con la intuición, mas allá de lo que estaba entendiendo en la lectura inmediata y primeriza. Allí quedó con sus estelas en eco permanente, comencé a hacer retratos con fervor durante las semanas venideras que ahora son pasadas, la lectura de sustitución fue El libro del desasosiego de Fernando Pessoa y del cual lo primero que subrayé para luego regresar sobre mis pasos fue "El corazón, si pudiera pensar, se pararía" y hoy una vez mas al ver este retrato que aquí muestro vuelvo a revisar el ensayo de Wenders y culminarlo con una cierta intención de escribir  un poco sobre ello, así sean estas notas inconexas que ilustran un poco el tren del pensamiento y que también entendí hoy al ver un video de Roman Coppola de Phoenix "Funky Squaredance" y que se encuentra en la colección permanente del Moma...

"Todo era simple y evidente
(y precisamente esa sencillez
era la que se había perdido junto con el paraíso).
Nos hemos desacostumbrado a ver un flujo de imágenes
que no tenga nada que ocultar
y que, en lugar de insinuar otro significado,
quiera decir todo lo que nos muestra.
Estamos acostumbrados a desarrollar automáticamente una especie de distancia irónica entre nosotros y lo que ocurre en la pantalla.
Pero en las películas de Ozu
no existe necesidad alguna de ironía, ni de abstracción.
Por el contrario.
Esas películas quieren que nos desprendamos de nuestros preconceptos
y que revisemos nuestras expectativas.

Desde una perspectiva artística contemporánea
esa mirada puede parecer ingenua,
tanto por parte del narrador como de lo narrado" (...) WW

Y ya finalmente repuesto de la lectura y en revisión y reflexión de mis mejores intentos de realismo en la fotografía, solo me queda por pensar y evocar lo que me parece un retrato cristalino, sin velo en la observación, esa transparencia entre quien mira y quien se deja ver. Como que si el único gusto y deseo fuese la repetición: revivir una y otra vez el momento, la mirada.