viernes, 28 de septiembre de 2012

Una Cima, un cumpleaños, una conversación y algunas influencias



Sebastián en una cima. Argentina 2012. Neg. 4x5 Color.


Sebastián Cayo nació hace 13 años. Me parece lógico que regrese hoy a escribir en este blog con un retrato de él después de 7 meses sin hacerlo, tomando en cuenta además que mi vida como fotógrafo esta ligada estrechamente a su aparición en nuestras vidas. Fue él quien ayudó a precipitar la decisión de seguir esta opción de observador.

La cuestión que quería escribir viene de una conversación con una buena amiga que está haciendo un postgrado en comunicaciones y tuvo la amabilidad de hacer un trabajo escrito utilizando en parte algunas de mis fotografías y opiniones personales sobre mi trabajo en particular. En un momento le comenté que me encantaría leer su escrito. Ella con tono de preocupación me dijo que no estaba segura si yo iba a estar de acuerdo con algunas cosas que decía, como por ejemplo el que mi trabajo se asemajaba a muchas de las influencias que yo había citado: Emmet Gowin; Sally Mann; Alfred Stieglitz, Stephen Shore, Nicholas Nixon, Alec Soth y Rineke Dijkstra por nombrar a los principales. Mi respuesta fue, en parte para su sorpresa, al contrario, me alegro que así sea y lo aprecio de esa manera y me gusta que lo hayas visto y escrito.

Siempre recuerdo fotos. Fotografías que me acompañan y me informan sobre el quehacer fotográfico. Imágenes que a veces están mas presentes y otras mas escondidas en las capas de la conciencia. En las fotos que hago dejo colar con intención y a veces sin intención alguna de estas influencias. Hacer reiteraciones y referencias sobre el lenguaje fotográfico establece un dialogo externo a la realidad enmarcada dentro los bordes de la imagen. En mi caso, me interesa que se vea, en parte, esta presencia. Además de ser un homenaje explícito, es una aspiración a establecer nexos con una parte de la historia de la fotografía. 

Ahora sobre la foto en cuestión.

En este retrato reciente de Sebastián Cayo puedo ver en las sombras de la pareja observando al adolescente una reminiscencia de un retrato de Harry Callahan a su esposa Eleanor hecha en un parque en Chicago donde su presencia en la foto es a través de la sombra. También un genial retrato hecho por Lee Friedlander a su esposa María quien reposa recostada, semidesnuda y bañada en la luz de la ventana opuesta en la habitación, cubierta por la sombra de su esposo-fotógrafo. O la aparición a veces de Nicholas Nixon y su cámara 8x10 proyectándose como una sombra única en los cuerpos de su esposa y sus hermanas en algunas de  las fotos de ese maravilloso proyecto sobre las hermanas Brown. 

Luego Sebastián Cayo en esa cima con esa pose, recuerda en parte a alguno de los adolescentes de Rineke Dijkstra retratados al borde de la playa pero a su vez, recuerda mas en mi caso a esa reinterpretación que hizo mi amiga Silvia Castro con sus retratos en Macuto. 

Una fotografía puede evocar a otras fotografías y en ello, multiplica su significado. Para lograrlo tiene que captar una atención y aspirar a que esta atención venga acompañada de conocimiento de la historia del medio. Siempre me ha preocupado como a veces la atención que podemos tener para consumir y digerir fotografías se nos va entre vallas publicitarias, periódicos y revistas. Es el consumo rápido e inmediato de un medio de una complejidad única que merece en algunos casos nuestra concentración y que difícilmente le dedicamos un poco más de nuestro tiempo.  Tiempo que a veces se merece y a veces no.


Algunos links:
Lee Friedlander:
Eleanor. Harry Callahan



Nicholas Nixon
The Brown Sisters. Nicholas Nixon

1 comentario:

  1. Yo estoy de acuerdo con el tema de las referencias, los parecidos. Es de tontos negar el parecido físico que tenemos con nuestros padres. Hace muchos años, en una lección de Cello con una profesora suplente, yo le comentaba que me habían recomendado no escuchar grabaciones de conciertos que estuviese aprendiendo de manera de no copiarlos. Ella me dijo sabiamente, que no tenía nada de malo hacerlo. Que los grandes artistas eran ejemplares para nosotros y que solo podríamos aprender de ellos. Yo concuerdo, pero hay que ir más allá en esa reflexión.
    La fotografía es un lenguaje. Los temas son finitos. O son infinitos? Lo que hacemos a diario es reinterpretarlos, revisarlos, editarlos con nuestras propias palabras, nuestras particularidades, nuestros manerismos, nuestra visión, nuestro ego. Nuestro trabajo como fotógrafos y como profesores es trabajar nuestra propia voz y la voz de quienes enseñamos. Al final, si hay parecido o no es irrelevante.

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