lunes, 27 de agosto de 2018

Un baño, el baño, todos los baños


Un baño, el baño, todos los baños









        La medida estética de algunas fotografías es el recordarlas, esas que dejan una huella indeleble en el paladar visual. Y en otras fotografía son las memorias que pueden evocar. Memorias directamente relacionadas con la experiencia de haberla tomado o memorias que se pueden evocar al verlas.

Este baño lo viví, en su momento, solo como fotógrafo. Ahora como espectador. Ser espectador de estas fotografías pasa primero por ser editor, y como editor tengo el gusto de dedicarles tiempo. El promedio de horas que paso limpiando una fotografía de los agentes contaminantes propios del escaneo es alrededor de unas 5 horas. Este negativo en particular me tomo 9. Es un tiempo casi meditativo lleno de acciones repetitivas, observando cuidadosamente para erradicar todos estos elementos extraños al negativo, un tiempo en el que la mente divaga e imagina. 


Las llaves de paso de este lavamano están identificadas con sus iniciales en castellano, “F” para agua fría y “C” para agua caliente. Recuerdo que en el baño de la tercera casa donde viví con mis padres, toda la albañilería era de marca american standard, estaba impreso en la bañera, en la poceta, en el lavamanos, deben haber sido durante muchos años las dos palabras que mas leí en inglés, american standard leía una y otra vez múltiples veces durante todos los días, al cepillarme los dientes con pasta dental crest y cepillo oral b #25, al bañarme en la bañera con champú johnsons para niños y jabón camay (casi todo muy procter and gamble), cuando orinaba y miraba de frente a la poceta, aunque creo que esto fue después ya que durante muchos años orinaba sentado como supuestamente hacían los mas civilizados suizos, y así evitaban ese problema de higiene causado por una posible mala puntería al hacerlo de pie, cuentos de carretera de áquella época. Mi baño era azul, un azul claro con muebles de fórmica matte.  Baldosas en las paredes en azul celeste. En algo similar a este aunque separados en su construcción por unos 60 años de historia por lo menos. Recuerdo que los grifos de la bañera también tenían impresos las letras para informarte cual era la temperatura del agua a la que correspondían y he allí donde está la confluencia de la memoria. Las letras eran la “C” y la “H”.  Para ese momento no hablaba inglés y siempre me causaba incongruencia la “C” que era de Caliente y salía fría y la “H” que no sabía que significaba y salía caliente. Bendito el día que me enteré finalmente que las iniciales correspondían a Hot and Cold. Igualmente nunca supe superar el escollo y esas llaves cuando las veía con su C y su H siempre me causaban un conflicto de significados entre lo que podían representar y la realidad de sus temperaturas. Conflicto entre la lengua materna y la otra lengua aprendida. “C” ha debido ser caliente como en esta foto. Y aquí conseguí la “F” que siempre necesitaba. Nimio detalle, un punctum Barthiano que personaliza la experiencia. Un baño, todos los baños, el baño. 

domingo, 29 de octubre de 2017

Autobiografía en la mirada




Dos. Negativo 4x5. 2017. Colombia



     Anoche fui a encontar el sueño luego de escribir una palabra. Una palabra escrita muchas veces sin desgaste, con el verdadero sabor de su certeza. Por días vengo pensando en palabras, palabras que pueden aludir a esta principal, palabras que quieren llegar a destino. El inicio es por una repetición en mi mente de un párrafo en un ensayo de Robert Adams. El ensayo se títula Truth and Landscape y está en la colección de ensayos Beauty in Photography. La primera vez que lo leí habrá sido ya hace unos 15 años, quizás 16, puede que unos 17. Era estudiante. Palabras a las que he vuelto una y otra vez. Me producen una atracción contemplativa. Puedo volver a ellas como lo he hecho múltiples veces para preguntarme su significado. Así como vuelvo al mar y vuelvo al rio y vuelvo al lago y vuelvo al agua y me baño en ella; cada agua y su significado, el mismo agua y una distinta persona que entra en ella. Las palabras y la mirada. 
“Landscape pictures can offer us, I think three varieties -geography, autobiography, and metaphor. Geography is, if taken alone, sometimes boring, autobiography is frequently trivial, and metaphor can be dubious. But taken together, (…), the three kinds of information strengthen each other and reinforce what we all work to keep intact - an affection for life.”


     Quizás divague un poco, la autobiografía en mi caso ha sido muchas veces más fácil de visualizar en el retrato. Los retratos son un mapa de mis afectos. Una verdadera cartografía de mis sentimientos. Aún cuando no siempre he podido retratar a todas las personas que he querido, a casi todas las que he retratado ha sido motivado por un querer sincero y el deseo que esta huella quede en las memorias de mis visiones para ser revividas con esa mirada distinta. Pienso y recuerdo que a quien mas extraño no haber retratado es a mi abuela Diosa. Aunque en casa hay un grabado chino de una emperatriz china a quien con solo mirarla evoca la memoria de mi abuela. Eso por supuesto para los entendidos, nadie ajeno al conocimiento de una información autobiográfica supiera de esta mención. El hecho es que a mi abuela siendo hija de un inmigrante chino, uno de sus nietos cariñosamente la apodó en secreto y a sus espaldas como La Emperatriz China Malvada. El sobrenombre comenzó por una manera de reconocer el tesón y la firme fuerza de voluntad de ella, por encima de cualquier cosa, tanta dirección tenían sus pensamientos como otras cosas se hacían menos importantes ante su peso. El sobrenombre le hacia mucha gracia en privado, eso me contaban mis tías, me la imagino que se reconocía en la matriarca que fue, en todo lo que hizo y logró como mujer trabajadora y profesional, profesora de inglés graduada del Pedagógico, capaz de educar a sus hijos y sus nietos, viajar por el mundo y depender siempre de su propio esfuerzo. Solo una vez se lo dije directamente, ella sabía bien quien era el autor de semejante acierto verbal, y sabía bien todo el cariño y admiración que había detras de ello, se lo dije y ya ella no hablaba, nunca supe si era porque no podía ya hablar o era una última expresión mas de su fuerza de voluntad, despidiéndose de todos, me negó la comida que le estaba dando con una cuchara, y me regaló una última mirada de esperanza, mirada de emperatriz, de china, mas nunca de malvada. Fue la última vez que la vi. A las semanas fue su último aliento, allí esta el grabado, allí la autobiografía en nuestras memorias. 

  Regresar a los pensamientos, regresar a las palabras, a las imágenes no significa para mi una cuestión de nostalgia, es antes que todo una sensación de curiosidad para vivir de nuevo y distinto y descubrir en el proceso algunas permanencias en el hecho. La geografía es la descripción, la metáfora la posibilidad de significado y la autobiografía puede ser la sugerencia de algo vivido por el sujeto. La huella de la mirada, el paso de quien observa por la escena descrita. Todo lo que Zolá no quería que se viese. En fotografías con personas ausentes, es la presencia humana, es un rasgo de humanidad, de empatía de sugerir una lectura desde la subjetividad de una mirada, de querer ver quién estuvo allí y por qué estuvo allí y por qué miró allí. Para quien la hace es vertirse dentro de la imagen. Dejar algo de si, saber perfectamente las razones y las alusiones a la historia personal que allí se esconde y dejar algunos indicios que sugieren y revelan estas posibles lecturas. Es obvio, me interesa la autobiografía. Ese hilo conductor de la persona que estuvo allí, del individuo y su historia, de como esa voz se asemeja y diferencia a otras. Es una noción del retrato. Qué es todo lo que se quiere… leer de las existencias de otros, he vivido, he pensado, he sentido; has vivido, has pensado, has sentido; hemos… Timothy O´Sullivan en las grandes expansiones de una geografía vasta y sin medidas, Thomas Joshua Cooper en sus visiones de descubridor primigenio, Wolfgang Tillmans revelando los secretos poéticos en lo ordinario y extraordinario, Nan Goldin huyendo de su propia censura, el amor en la mirada de Nicholas Nixon, el humanismo y la compasión en Dijsktra. Todo autobiografía. La afección por la vida que habla Adams siempre me la imagino como una convivencia, y con la fotografía solo se necesita este contacto: alguien quien la hace y luego una mirada que la revive. 



“Ningún amor cabe en un cuerpo solamente,
aunque abarquen sus venas el tamaño del mundo;
siempre un deseo se queda afuera,
otro solloza pero falta.

Lo sabe el mar en su lamento solitario
y la tierra que busca los restos de su estatua;
no basta un solo cuerpo para albergar sus noches,
quedan estrellas fuera de la sangre.

Ningún amor cabe en un cuerpo solamente,
aunque el alma se aparte y ceda espacio
y el tiempo no entregue las horas que retiene.
Dos manos no nos bastan para alcanzar la sombra;
dos ojos ven apenas pocas nubes
pero no saben dónde van, de dónde vienen,
que país musical las une y las dispersa.
Ningún amor, ni el mas huidizo, el más fugaz,
nace en el cuerpo que está solo,
ninguno cabe en el tamaño de su muerte.” 

Eugenio Montejo











Dos, una y otra vez. Negativo 4x5. 2017. Colombia.







Bahía del Mar y el cine. Neg. 6x6. 2005 Venezuela.






La ventana en la escuela. Neg. 6x6. 2017. Colombia






Las dos puertas. Neg 4x5. 2013. Venezuela.






Línea al oeste. Neg 3x1. 2014. Venezuela.


jueves, 19 de octubre de 2017

Retrato en la afinidad


Laura Aquilina al lado de una ventana, en su cuarto. 2009. Neg 6x6


Hace varios días que vengo preguntándome una vez mas, de tantas veces antes, por qué retrato a quienes he retratado. La manera que tengo de agrupar en mi mente a algunas pocas personas que he retratado es por el sentimiento que me une a ellas. Las conozco si. Las conozco en intimidad también. Las admiro en todos los casos. El retrato como práctica cultural es un acercamiento a la descripción y representación de un individuo en como se asemeja a otros y como se diferencia de ellos. También es cierto que cada representación tiene la posibilidad de individualizar y ficcionalizar. A partir de una descripción un espectador puede sustituir a la visión del primer espectador, siendo este en mi caso el fotógrafo, e imaginarse posibilidades de la persona individual, a partir de la imagen. Me quedo divagando un rato sobre lo que trato de decir con individualizar, lo que sería el contrario a despersonalizar, en vez de quitarle el carácter y los atributos personales a alguien, es buscarlos, no necesariamente encontrarlos, a través del acto del retrato.  
Entre las cosas que me agradan de la intimidad que tengo con quienes retrato es la proximidad, la cercanía, no solo física sino emocional, hay algo de esto plasmado en los contactos de las miradas, en la cercanía de las escenas, en la disposición ante la cámara. A veces me digo que de lo que mas disfruto de retratar a algunas personas en específico, es que es una manera sincera de hacerles sentir y saber que las amo, mi curiosidad comienza por una mirada amorosa. Y en esto me refiero que con la cámara y con el retrato en mente quiero imaginarlos y con la mirada prestar atención, estar presente, querer a esa otra persona que tengo la dicha y suerte de tener en frente. No es que haya una respuesta lógica, en el retrato la pregunta es a veces precisa, la respuesta probablemente imprecisa, pero hacer la pregunta es el punto de partida del retrato. Amar a veces es sentir una afinidad y empatía por alguien distinto a ti. Y este amor se manifiesta de distintas maneras, en amistades, hacia los hijos, la familia y la persona amada. Quizás de aquí se desprenda una ética personal a la hora de hacer el retrato, para citar una vez mas a Terrence Malick ¨to live better and to love more. (…) What else is there to ask for¨ Si tan solo a través de la mirada personal se pueda invitar a otra mirada a sentir similar, a descubrir en este acercamiento con el lente la profundidad del sentimiento que une al retratista con la persona retratada. Cuando se ven las fotos de Sally Mann de sus hijos uno se puede imaginar como detrás de esas fotografías hay una mirada apasionada y curiosa, que no define en ningún momento a sus hijos sino que les brinda siempre el espacio para ser y estar, apreciados por la mirada de la madre, que es a la vez amorosa y sin complacencias, contundente. Y cuando ella misma retrata a su esposo Larry, documentando los avances de la enfermedad degenerativa que él sufre, uno puede ver entre tantas cosas el deseo y la lujuria, la proyección del amor carnal entre ellos, mezclado con la degeneración física y el inevitable encuentro con la muerte de ese cuerpo… un reto díficil, tan solo me imagino que su mirada es posible gracias a la intimidad y la empatía, y los sentimientos que están detrás de ambos y los unen. Y es a través de esa mirada que uno como espectador se encuentra con una ventana hacía la humanidad de sus sujetos, seres amados. 
Es tan grato cuando se puede ver una foto de una persona y sentir que tienes a la persona en frente, y haces todo por imaginarla tal cual es, por más que una fotografía y un retrato, menos mal, no son la persona misma. Esa comunicación que puede estar presente en el retrato se hace tanto más latente cuando no es uno sino varios retratos a través del tiempo. Quien entre nosotros no está a la espera todos los años del nuevo retrato anual de las hermanas Brown hecho por NIcholas Nixon, o quienes entre los espectadores se conmovió para su propia sorpresa por el fallecimiento de Eleanor Knapp musa y compañera de Harry Callahan cuando falleció hace unos años o recientemente en el 2016 la triste partida de esta vida de Emmet hijo de Sally Mann. Hay algo de estos retratos que permiten adentrarse en una humanidad cálida y creible, casi sin distancias. A veces tan solo de esto se trata: encontrar cercanía y sentir sin mesura. De que serviría toda esta ficción si de ella no se desprendiese una afirmación profunda de la vida misma. En esta redundancia como un mantra: “to live better and to love more (…) what else is there to ask for“  Ya la tengo por respuesta. 
A ti, gracias infinitas nuevamente por el impulso.





Laura Aquilina entre tareas. 2013. Neg 6x6




Laura Aquilina muestra un poema. 2016. Neg 6x6







Laura Aquilina con "espacio para la miradad perdida". 2016. Neg 6x6

lunes, 9 de enero de 2017

Sobre Laura Aquilina, Win Wenders, Chazelle, Ozu y lalalalalalalala


Laura Aquilina flotando en el Simón Bolívar.  Negativo a color 6x6. Bogotá, Diciembre de 2016

Hoy me he levantado y leído la noticia de que la película Lalaland ha ganado todos los premios a la cual fue nominada. Me entero hoy ya que rara vez veo en vivo estas premiaciones. Creo que me divierto mas leyendo a un par de amigas, con unas chispas de alma reencarnada de Joan Rivers, burlarse o apreciar la superficialidad de mucha gente que ni siquiera se que existen pero que caminan por una alfombra roja. Ellas son realmente agudas y graciosas y malucas y esplendorosas en su cuchicheo chismográfico público. En cualquier caso me alegro sin reservas por la película de Chazelle, en quien reconozco a un gran nostálgico por el siglo XX y por algunos de sus mejores capítulos: la era de oro de Hollywood de los años 50, la fotografía de película y el Jazz, de quien siempre dice que se está muriendo. La película celebra esta nostalgia e invita sin reservas a celebrar la vida, el amor, la creatividad. 

Eso me ha llevado todo el día a escuchar a Elle Fitzgerald, Louis Armstrong, Gene Krupa y  Charlie Parker. También pasé por unos valses de Strauss, un disco de Tindersticks: The hungry Saw, otro mas de This Mortal Coil: It will end in tears y ahora voy por unas sonatas de Beethoven ejecutadas en el piano por Wilhelm Kempf, y toda esta música ha acompañado una larga sesión de edición y revisión de retratos, algunos recientes y otros de antaño, suscitando múltiples ideas que trato de traducir en decisiones de edición.

A principios de la vacación tuve que dejar estacionado, inconcluso, sostenido y suspendido en un punto y seguido a un ensayo escrito por Wim Wenders titulado Yasujiro Ozu: El Paraíso Perdido. Digo que lo estacioné pero fue mas bien una manera de hacer un ciclo de reiteración en mi interior por algo que leí e hizo resonancia y reverberación,  y mientras mas pensaba en ello mas sentía la necesidad de hilarlo con otras lecturas e impresiones, sabía que algo comprendía con la intuición, mas allá de lo que estaba entendiendo en la lectura inmediata y primeriza. Allí quedó con sus estelas en eco permanente, comencé a hacer retratos con fervor durante las semanas venideras que ahora son pasadas, la lectura de sustitución fue El libro del desasosiego de Fernando Pessoa y del cual lo primero que subrayé para luego regresar sobre mis pasos fue "El corazón, si pudiera pensar, se pararía" y hoy una vez mas al ver este retrato que aquí muestro vuelvo a revisar el ensayo de Wenders y culminarlo con una cierta intención de escribir  un poco sobre ello, así sean estas notas inconexas que ilustran un poco el tren del pensamiento y que también entendí hoy al ver un video de Roman Coppola de Phoenix "Funky Squaredance" y que se encuentra en la colección permanente del Moma...

"Todo era simple y evidente
(y precisamente esa sencillez
era la que se había perdido junto con el paraíso).
Nos hemos desacostumbrado a ver un flujo de imágenes
que no tenga nada que ocultar
y que, en lugar de insinuar otro significado,
quiera decir todo lo que nos muestra.
Estamos acostumbrados a desarrollar automáticamente una especie de distancia irónica entre nosotros y lo que ocurre en la pantalla.
Pero en las películas de Ozu
no existe necesidad alguna de ironía, ni de abstracción.
Por el contrario.
Esas películas quieren que nos desprendamos de nuestros preconceptos
y que revisemos nuestras expectativas.

Desde una perspectiva artística contemporánea
esa mirada puede parecer ingenua,
tanto por parte del narrador como de lo narrado" (...) WW

Y ya finalmente repuesto de la lectura y en revisión y reflexión de mis mejores intentos de realismo en la fotografía, solo me queda por pensar y evocar lo que me parece un retrato cristalino, sin velo en la observación, esa transparencia entre quien mira y quien se deja ver. Como que si el único gusto y deseo fuese la repetición: revivir una y otra vez el momento, la mirada. 

domingo, 10 de mayo de 2015

Las futuras expatriadas



Francesca, Paulina y Laura Aquilina. Caracas, Enero 2015. Neg. 4x5


La idea comienza por las razones a retratar. Son variadas y múltiples. Antes que la fotografía hiciera accesible el retrato a una gran cantidad de personas el retrato podía estar limitado a personas pudientes y  con anterioridad solo a los líderes y héroes. En el pasado retratar exigía una gran destreza técnica y por ello se reducía un poco el alcance del mismo y casi siempre se limitaba a aquellos que eran personas importantes dentro de un contexto público y a veces también privado.
Hoy en día yo soy poseedor de una cámara con óptica alemana de primera y con unos conocimientos técnicos suficientes para reproducir con cierto éxito el parecido físico de quién decida colaborar junto a mi persona en la elaboración de un retrato. 
Las más de las veces en mi caso retrato con un principio de empatía. Retrato a quién me gusta, por quien siento simpatía y usualmente conozco un poco más allá del simple ese rostro me agrada y punto. 
No retrato mucho. Retrato más bien poco. Excluyendo, por supuesto todos los retratos que hago como una transacción económica, los cuales disfruto ampliamente pero no necesariamente los hago por el simple gusto de hacerlos. Es distinto. Aquí me refiero única y exclusivamente a los retratos que hago de manera voluntaria y expresa. En donde el deseo de hacerlos es como una fuerza de gravedad. Es una autoinvitación sin posibilidad al rechazo. Y es antes que nada un deseo irrefrenable e incontenible por recordar. Por no olvidar.
Esas tres niñas que allí se encuentran son mejores amigas. Falta una. Ya el grupo original comenzó a desmembrarse. Quien falta ya se fue a vivir fuera. De las tres de la imagen ya una se fue en medio del año escolar. Faltan solo 2 quienes en menos de dos meses cogerán rumbos distintos. Estas niñas de tan joven edad ya conocerán un pequeño drama, el del exilio y la escisión. De la calidez de su amistad quedarán las memorias compartidas y la nostalgia del expatriado tan bien explicada por el maestro Tarkovsky. Tan solo ayer leí a éste donde con sabias palabras nos invitaba a disfrutar de nuestra soledad. A ellas, a uno, a todos. La primera amistad es con uno mismo.
Gracias infinitas a esas chicuelitas insuperables, gallas, originales, alegres, tímidas, parlanchinas,voluntariosas y únicas que son L, F, P y C. 

sábado, 21 de junio de 2014

EL MANGLAR








El Manglar. Negativo a color 6x17 mas o menos. 2013




   La primera vez que supe de la existencia de una cámara de plástico fue en el año 2000. Me encontraba en Maine, comenzando los estudios de fotografía fuera del país, luego de ya haber estudiado por 2 años en RMTF. El camino me había llevado a Rockport College, instituto de fotografía y cine que bien parecía un monasterio de la imagen, donde escasos 40 alumnos repartidos en 2 carreras y 2 niveles nos encerrábamos en un pueblo pequeño de la costa este muy al norte,  tan al norte que los inviernos duraban alrededor de los 9 meses. Allí estábamos para hacer imágenes, tomar cerveza y jugar pool en el bar de los langosteros.  Allí aprendí que por cada cerveza servida tenías que dar propina y que si tomabas mas de 2 no debías manejar. Y no recuerdo si la primera vez que me enteré de estas cámaras de plástico fue en una conversación alrededor de una mesa de pool, bebiendo Pabst Blue Ribbon o PBR´s la mas barata de las cervezas o quizás simplemente sentados en el porche frente a uno de los laboratorios del blanco y negro, donde una madrugada de verano, entre la calina matutina vi a una manada de ciervos pasar. En algún lado fue. Y fue recién llegado, eso sí recuerdo, estas cámaras estaban de moda, y al igual que las PBR´s eran las cámaras más baratas que podías comprar si querías tomar fotos de formato medio. La mía, llamada HOLGA made in china, la compre en el Resource para los estudiantes, justo enfrente de la ya extinta Timothy Wheelans Bookstore, por tan solo 10 dólares y eso incluía el descuento para estudiantes. La HOLGA era la más popular de esas cámaras porque era la única que se conseguía. Había una también muy simpática, más simpática, gozaba del mejor de los prestigios, se llamaba DIANA, y en ese entonces no se producía, se conseguía usada por precios exorbitantes entre conocedores si es que la llegabas a conseguir. Hoy en día están a la venta en Amazon vía Lomography.

   En mi caso no la usé inmediatamente. La probé algún par de veces pero nunca fui muy profuso con ella. Me dedicaba constantemente en ese entonces a utilizar mi 35 mm blanco y negro con película tri-X de Kodak, el propio dogmático del documentalismo. Creo que fue al final del año universitario que durante el verano una buena amiga, compañera de estudios, Ali Kuzmickas hizo un curso de virado de papel con Jonathan Bailey quien vivía en la carretera a Owl´s Head. Este buen hombre y buen fotógrafo si mal no recuerdo había sido discípulo de Emmet Gowin, éste último además de ser un maestro de la fotografía, es una de las personas de mayores conocimientos de post procesos de blanco y negro, y pasó gran parte de sus conocimientos al discípulo. Ali quedó fascinada y me dio a conocer el trabajo de Jonathan Bailey. Todo hecho con cámaras Holgas. Quedé también hipnotizado por la magia del resultado, lo impredecible de las imágenes, los fuera de focos, las viñetas a los lados por falta de cobertura del lente, los velones de luz por la imperfecciones de la cámara. Y luego las copias en blanco y negro pasadas por selenio, polytoner, oro, sepias y re-reveladores. Un mundo onírico.  Recuerdo que en sus fotos habían unas fotos que se parecían a unas playas en el Caribe…

   Fue en Diciembre- Enero del 2000- 2001 que llevé esa cámara por primera vez a la playa. A Choroní.  Y allí hice las primeras fotos que me gustaron los resultados. Una foto de Sebastián mi hijo que por efectos de la falta de precisión de la cámara y un virado en selenio y oro mas un baño en blanqueador, aparece como si estuviera flotando en una cama de hojas de uva de playa. Y otra de un jugador de frisbee que pareciera estar cayendo fulminado por un mini platillo volador levitando encima de su cabeza. Desde ese entonces entendí que esa cámara, es por excelencia la mejor para llevar a la playa. Si se moja o se llena de arena quizás hasta mejore la foto. Igual creo que guardé la cámara hasta hace tan solo unos meses.

   Cámara simpática, triple B como ninguna, buena, bonita y barata y luego de tanto tiempo guardada todavía funcionaba. Decidí sacarla por influencia de alguien a quién ya me referí en otra entrada, y agradezco sin duda este favor que me hizo. La utilicé durante una remada de Kayak en Buchiyaco un sitio bien particular, en un arrecife al borde de mar afuera, uno de los sitios más bellos que he estado para remar, pareciera que al ver hacia donde revientan las olas, que uno se encuentra por debajo del nivel del mar y, encima de los corales que se ven a través del agua cristalina, por dónde pasan las rayas como si fueran torpedos y en algún que otro momento de desprevenido puedes llevar un susto por tener tanto tiempo domesticado en la ciudad. Un momento cagira..

   La foto en cuestión que tomé que más me gusto de esa sesión de 3 horas de remos y fotos fue una múltiple exposición. Parado frente al manglar, un manglar extenso y de donde salía un constante sonido de pajarracos marinos con la cámara en la mano y rollo por empezar soltaba el remo y con la ayuda del viento me iba desplazando de manera que el punto de vista siempre fuera distinto por cada exposición, y luego de cada disparo avanzaba cada cuadro por tan solo 2 tercios de su extensión, así que cada fotograma se solapaba sobre el próximo fotograma y así. La idea que ocurrió en el momento sospecho que apareció en mi mente luego de ver una exposición unos meses atrás de Manto Pérez Bosa. Exposición que me encantó, que parecía de principio a fin un homenaje a la fotografía de película y sus procesos, las distintas capas que se presentan desde los momentos de las tomas y las marcas que dejan los químicos y la manipulación de la película, de tal manera que la imagen no estaba solo producida por los hechos fotografiados sino por el proceso en sí, éste para el observador se hacía presente en sus fotos. Fue genial.

   Así que de Maine al Caribe con una cámara de plástico por la ayuda e influencia de varias personas puedo recorrer una trayectoria hasta llegar hasta esta foto. Hace unos años en una entrevista que está publicada en este blog, hablaba de que el clic en una fotografía es un momento crítico, el más importante, y esté esta precedido de muchos elementos que hacen que tomes una decisión visual en ese momento. En esta, varios clics varias decisiones.

Gracias F. Feliz Cumpleaños.

lunes, 16 de junio de 2014

El Paraíso, otra vez


El Paraíso. Negativo a color 4x5. Paria 2014.





   En una de las escuelas de fotografía en donde estudié, aseguraban que ellos no podían enseñarte a hacer fotografías. Su labor principal era enseñarte el oficio de la fotografía, sus técnicas y su práctica. El contenido de las mismas es imposible de enseñar. Es algo personal, y en esto insistían una y otra vez. Desde hace un tiempo para acá me preocupa como en la enseñanza fotográfica nos concentramos, yo como profesor y mis alumnos por mi culpa, en el "hacer" fotografías, en la acción de fotografiar, de coleccionar fotos, de armar bibliotecas de lightroom que rápidamente sobrepasan las 10.000 y contando que mas es mas y menos es menos.  En esta acción se crea el vicio, por ende el negocio. Eso es materia de otra reflexión. Hoy pensaba, como también en otras oportunidades, de la importancia de ver fotografías, de observar imágenes, de detenerse y ver, de ser sensibles por los ojos.
 
   Cuando leo las palabras de Robert Adams sobre fotografía, sobre sus propias fotografías y sobre las fotografías de otros me sorprendo. Me sorprende su sensibilidad. Su amplitud de vista, la manera que tiene de entender, comprender y leer la imagen, de completarla con su pensamiento e ideas. Algo similar me sucede cuando leo a John Szarkovsky, en el libro Looking at Photographs y en sus reveladores ensayos sobre el trabajo de Eugene Atget y William Eggleston. En ambos casos sus palabras han sido esenciales para ayudar a entender dos cuerpos de trabajo exigentes de la historia de la fotografía, dos hitos que ampliaron las fronteras del ver a través de la cámara y las posibilidades para el ojo fotográfico, ambos a su manera señalaron nuevos caminos y fueron validados por el entendimiento del curador del Moma. Es importante en ambos casos ya que de Atget no se tienen documentos de sus opiniones sobre lo que hacía y Eggleston pareciera fastidiarle hablar de sus fotos. Eso es trabajo de otros.

   Pienso en Adams y en Szarkovsky y los imagino como dos personas que celebran la fotografía. La celebran sin tapujos y limitaciones.  Pienso en su capacidad de evocar contenidos, de relacionar ideas, pienso en la riqueza de sus memorias y pienso en la dificultad que deben conseguir en justificar un medio que siempre esta en entredicho. Pienso en el tiempo que le han dedicado a ver fotos y reflexionar sobre ellas. Pienso en su pasión por el medio. Por último quiero pensar que el hecho de que son observadores  dedicados de fotografías distintas a las suyas los ha hecho mejores fotógrafos.

   Hablar sobre fotos y tener algo que decir sobre ellas es una tarea ardua. Nos cuesta hasta a los fotógrafos. Nos cuesta detenernos y dedicarle tiempo. Hace no mucho escuchaba a una colega desestimar mis fotografías ya que eran otras fotos de espacios vacíos, así de fácil se liberó de la responsabilidad de detenerse y ver. Responsabilidad si, porque si nosotros fotógrafos no lo hacemos quien lo hará. Pudiera haber dicho que  establecer una relación irónica entre espacios vacíos abandonados y el paraíso la parecía una avenida fácil de recorrer. En cualquier caso no le dedicó el tiempo y a mi me hubiera gustado que si lo hiciese.

   Me pregunto si la fotografía como hecho cultural esta diseñada para una rápida digestión. Se puede llegar a pensar que ella es el fast food de la imagen. La consumes rápidamente en vallas publicitarias, en los periódicos y revistas, ni que decir del bombardeo intencional y desmedido de instagram,  sin duda todo esto contribuye a un aprendizaje y costumbre de ver y consumir fotografías. Si rápido las consumes, rápido las haces, no solamente el quehacer técnico se lo lleva por los cachos en algunos casos, esto es lo de menos, es la falta de reflexión antes de hacer una fotografía. Es llegar a una escena propicia repleta de hechos fantásticos y hacer las 2 fotos que sabemos hacer con el baticinturón. Foto bomba de humo, foto boomerang con cable. Y listo.

   Bueno me dejo de arbitrariedades. En el viaje reciente luego de fotografiar en la urbanización El Paraíso en Caracas, decidí salir a continuar el proyecto en Paria, donde los españoles al llegar confundieron estas tierras con la idea del paraíso. Y bueno en esta foto que publico la reflexión ya estaba hecha.